El cáncer es una enfermedad cuyas tasas de supervivencia han mejorado considerablemente en las últimas décadas. En este sentido, una enfermedad que antes se convertía en invalidante, cuando no letal, ha pasado a considerarse una enfermedad crónica, compatible en un porcentaje significativo de casos con la vuelta a la ocupación anterior o una nueva adaptada a las circunstancias derivadas de la misma. Estas mejoras en cuanto a supervivencia y cronificación dependen de numerosos factores, entre ellos la localización del cáncer, la edad y el sexo de las personas.
Por otro lado, la incidencia del cáncer sigue aumentado, en parte por el incremento de la esperanza de vida, en parte por la exposición a viejos y nuevos contaminantes ambientales y laborales.
Si a la mejora en la supervivencia e incremento de la incidencia del cáncer y alta esperanza de vida se le suma el retraso en la edad de jubilación, nos encontramos con un gran número de personas que superan un cáncer y pueden volver a sus ocupaciones habituales después de la baja laboral (incapacidad temporal). Dado el papel que juega el trabajo en la vida de las personas (identidad, interacción social, rutina, salario, etc.), la vuelta al trabajo de las que han sufrido un cáncer, una vez superado el tratamiento, puede tener efectos muy positivos en el proceso de recuperación de la enfermedad.
Sin embargo, la evidencia muestra que la vuelta al trabajo es un proceso complejo donde intervienen múltiples factores. El más importante de ellos son los efectos adversos que sufre una gran parte de estas personas, quienes retornan a sus puestos de trabajo tras la finalización de la baja laboral con impedimentos originados por la enfermedad, tanto de carácter físico como emocional. Entre ellos, los más comunes son la ansiedad, la fatiga y el dolor crónico, y varían según la localización del cáncer. Además, es una enfermedad que en muchas ocasiones cambia el paradigma de vida a quienes la sufren.
La literatura científica muestra que hay aproximadamente un 40% más de probabilidad de salir prematuramente del mercado de trabajo (antes de la edad establecida de jubilación) en las personas que han sufrido un cáncer frente a la población trabajadora general, ya sea por una jubilación anticipada, por una incapacidad permanente o desempleo de larga duración.
En el Centro de Investigación en Salud Laboral (CiSAL) de la Universitat Pompeu Fabra se está llevando a cabo una investigación como parte de una tesis doctoral sobre una muestra de personas asalariadas en Cataluña entre 2012 y 2018. El objetivo es conocer con detalle cuál es la situación real en nuestro contexto sociocultural, pues la mayor probabilidad de salida prematura del mercado laboral depende en gran medida de las leyes de seguridad social de cada país.
Para lograr el objetivo del estudio, se ha medido la probabilidad que tienen las personas que finalizan una baja laboral por cáncer de salir prematuramente del mercado de trabajo, ya sea mediante una jubilación anticipada o mediante una incapacidad permanente, y se ha comparado con dos grupos de personas. Un grupo de comparación está formado por personas trabajadoras que también han finalizado una baja laboral, pero por otra enfermedad distinta al cáncer, y un segundo grupo de comparación está formado por personas trabajadoras libres de enfermedad.
Los resultados obtenidos en este estudio muestran que, aunque la mayoría de las personas con una baja laboral por cáncer vuelve y se mantiene la mayor parte del tiempo de seguimientoen empleo (50% de los hombres y 70% de las mujeres), lo hace en menor medida que los grupos de comparación. Por un lado, la probabilidad de jubilación anticipada no muestra diferencias entre las personas con una baja laboral por cáncer y los grupos de comparación, ni en hombres ni en mujeres en Cataluña. Pero, por otro lado, la probabilidad de incapacidad permanente en mujeres con una baja laboral por cáncer es tres veces mayor que en personas libres de enfermedad. Esta tendencia se mantiene en hombres, aunque de forma más débil (dos veces mayor).
Este último resultado coincide con lo que se ha observado en estudios realizados en otros países. Hay que señalar, como decíamos, que la mayoría de los estudios se realizan en mercados laborales que difieren del nuestro, lo cual limita la comparabilidad. Además, esto también depende de la localización y estadío del cáncer, pues en algunos casos las secuelas hacen inevitable la salida prematura del mercado de trabajo.
Estos resultados son preliminares, y hemos de seguir estudiando estos datos cuya obtención ha sido posible gracias a la colaboración entre la Seguridad Social y el Institut Catalá d’Avaluacions Médiques (ICAM).
De los resultados anteriores, quisiéramos destacar dos ideas que creemos que resumen los obtenidos hasta el momento. La primera es una buena noticia: las personas con una baja laboral por cáncer no tienen más probabilidad de salir del mercado de trabajo mediante una jubilación anticipada que las que no tienen cáncer. Incluso aunque hayan tenido una baja laboral por otro problema de salud.
Sin embargo, la segunda noticia no es tan buena ya que nuestros resultados muestran que las personas con una baja laboral por cáncer tienen más probabilidad de salir del mercado de trabajo por una incapacidad permanente.
Este resultado es esperable, ya que en algunos casos la gravedad justifica la incapacidad permanente. No obstante, desde una perspectiva de normalización del padecimiento de un cáncer, la vuelta al trabajo y permanencia en el mismo sería lo más deseable. Esta posibilidad requiere la adaptación de los puestos de trabajo a las secuelas provocadas por la enfermedad y su tratamiento.
Artículo escrito por Amaya Ayala García y Fernando G. Benavides.