La FECEC y Asepeyo han firmado un convenio para llevar a cabo acciones y proyectos encaminados a mejorar el bienestar de las personas con cáncer en el trabajo y la gestión de estas situaciones en el entorno laboral.
Las empresas no suelen disponer de protocolos de actuación cuando un trabajador anuncia que padece la enfermedad. El coste final para la persona afectada, la empresa y la sociedad es muy superior al que debería ser y se contradice con el esfuerzo que, como sociedad, hemos realizado para encontrar terapias para curar y controlar médicamente la enfermedad.
Con el fin de plasmar esta colaboración, la Dra. Isabel García Gismera, subdirectora general de Asistencia Sanitaria de Asepeyo, y el Dr. Ramon M. Miralles, presidente de la FECEC, han firmado el 27 de junio un convenio de colaboración para unir esfuerzos en la reincorporación laboral después del cáncer.
«Pretendemos que las empresas asociadas a Asepeyo puedan disponer de herramientas y protocolos, así como del apoyo especializado necesario para llevar a cabo procesos de gestión del cáncer, especialmente en el momento de reincorporarse al trabajo», señaló Gismera.
Por su parte, Miralles ha destacado que la FECEC lleva desde el año 2015 desarrollando el programa «Después del cáncer» para cubrir las necesidades de las personas que han superado o cronificado la enfermedad.
«Aún queda mucho por hacer para resolver las necesidades que hay en el ámbito laboral después del cáncer, la gestión en el trabajo es una asignatura pendiente. Por eso nos parece importante que las empresas tomen conciencia de esta necesidad, y de los beneficios que les puede aportar. Hacerlo de la mano de las mutuas es de gran valor para abordar este tema «, añade Miralles.
En España, 91.000 personas en edad laboral son diagnosticadas de cáncer cada año. Muchas empresas no saben cómo ayudar a estas personas ni cómo aprovechar su potencial, capacidad y experiencia, para su propio beneficio y el de empresa y comunidad.
Los estudios muestran que la mayoría de los supervivientes de cáncer pueden seguir trabajando o reincorporarse al trabajo pero, en general, el riesgo de paro es 1,4 veces mayor para estas personas.