Para cuidar de mi adenocarcinoma de pulmón, tengo que dejar la Presidencia de la FECEC. Entre los años 2012 y 2021, ambos incluidos, ha sido un honor para mí ejercerla y lo he disfrutado mucho. De ahora en adelante paso a formar parte del Comité Asesor para continuar colaborando con la entidad.
¿Qué estoy aprendiendo con la enfermedad? En primer lugar, a aceptarla, a pesar de que es frecuente la negación de la misma por parte de algunos pacientes. Las lamentaciones no conducen en ninguna parte y hay cosas y enfermedades muy peores. Las expectativas de vida han aumentado y, dado que la edad supone un factor de riesgo por el cáncer, es normal que se diagnostiquen más casos. Lo hago público para dar visibilidad al problema en unos momentos en que se discute un programa de cribado del cáncer de pulmón en situaciones de riesgo. La enfermedad me está enseñando a disfrutar de los pequeños placeres de la vida diaria, como el hecho de encontrarme bien, y también a vivir más en el presente ante la incertidumbre del futuro. Seguramente, han cambiado mis prioridades. La repercusión que la enfermedad tiene en el contexto familiar más próximo me ayuda a hacer de tripas corazón y a mantenerme firme sin decaer.
En estos 9 años de mandato, la FECEC ha cogido un buen impulso. Hemos consolidado el programa de Prevención y Divulgación con una web corporativa, estrenada en 2014, con “Nassos contra el Càncer” en la carrera de San Silvestre y la campaña “Posem-li pebrots al càncer”, en colaboración con Condis Supermercados, que va por su séptima edición y en la que participan todas las entidades. Han sido años de consolidación del programa Fomento del Voluntariado, con el Encuentro anual de Voluntariado, que este año celebró la XVIII edición. Además, la federación ha implementado el Programa Después del Cáncer. En este sentido, presentamos el ”Estudio para la mejora de la integración y reincorporación laboral de las mujeres que han sufrido cáncer de mama”, estrenamos la web www.despresdelcancer, la prueba piloto “Qué hacer cuando aparece el cáncer al trabajo” y el servicio Retoma de orientación laboral.
Estos también han sido años de sumar esfuerzos con otros organismos. Hemos pasado a formar parte del European Cancer Leagues, de la Junta Directiva de la Tabla del Tercer Sector y de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes. Además, hemos logrado representación al Consejo Del Plan Director de Oncología, al Consejo de Administración del Instituto Catalán Oncología y al Consejo de Asociacionismo y Voluntariado de Cataluña, además de consolidar las colaboraciones con grupos de investigación como el ICO, el IDIBELL y la Universitat Pompeu Fabra, entre otros.
Desde muy pequeño, me ha preocupado que el lugar de nacimiento no pudiera condicionar la vida futura. Imbuido por la idea que la enfermedad nos iguala a todos, después de haber idealizado las figuras del médico de cabecera que venía por casa, y la de un maestro de La Salle Condal de Barcelona, me decidí por los estudios de Medicina que finalicé, no sin esfuerzos personales y familiares, en 1971.
Mi carrera profesional se ha desarrollado siempre en hospitales universitarios, el Clínico de Barcelona, Bellvitge de l’Hospitalet de Llobregat y Juan XXIII de Tarragona. Además, he sido profesor de Obstetricia y Ginecología en la Universitat de Barcelona y me he jubilado como profesor titular de Obstetricia y Ginecología en la Universitat Rovira i Virgili. Creo que todos los que hemos logrado una titulación universitaria somos unos privilegiados. El coste que pagamos en concepto de matrícula supone un 25% del coste total de la enseñanza. El 75% restante el paga el estado, la sociedad o como quieras decirlo. En definitiva, es como si la sociedad concediera un préstamo a los universitarios. Así pues, he creído que tenía una deuda con la sociedad. La manera escogida para devolverlo ha sido haciendo cooperación y voluntariado en el ámbito oncológico.
Marcho satisfecho porque mi estimada FECEC se consolida desde su creación hace 20 años y avanza con nuevos retos. Quiero agradecer a todo el Voluntariado de la federación. También a todos los órganos directivos y consultivos de la FECEC, y a todo su equipo encabezado por Clara Rosàs, con quien siempre me he apoyado, al personal de administración, comunicación y al resto de colaboradores puntuales. También quiero dirigirme a todos aquellos a quién haya podido decepcionar, sea en el terreno profesional o personal, para pedir disculpas. Si pudiera hacer las cosas nuevamente, intentaría hacer algunas de manera diferente.
No quiero acabar esta carta sin felicitar y desear muchos aciertos a la Assumpció Vilà, que será la nueva presidenta de la FECEC. También felicitar a Lluïsa Ferrer, y Anna Varderi como vicepresidentas primera y segunda respectivamente. Siempre permaneceré a su disposición para ayudar a la FECEC en el que pueda.
Solo me queda deciros adiós. Dado que los adioses acostumbran a ser tristes, prefiero deciros hasta siempre.
Ramón Maria Miralles, presidente FECEC.